Cataclysm: Tierras Altas Crepusculares
Desde que nacen, los habitantes de Azeroth aprenden a prepararse para la lucha y los conflictos. Están expuestos a la violencia de sus enemigos vecinos y de bestias violentas y toman las armas para defenderse de los depredadores. Con frecuencia, se ven obligados a superar la pérdida de amigos, familiares o miembros de sus tribus, clanes, ciudades y hermandades. Sin duda, a los supervivientes les quedan cicatrices, pero también se hacen más fuertes al reforzar sus muros, al unirse con nuevos aliados y al enseñar a sus hijos a ser fuertes, sagaces y sensatos. Se adaptan. Cambian.
Pocos lugares de Azeroth representan mejor esta filosofía que las Tierras Altas Crepusculares en los Reinos del Este.
Las Tierras Altas han sido durante toda su historia un semillero de agitación constante que ha vivido la prosperidad, fracaso y cambio incesante de razas y facciones. La ciudad-fortaleza de Grim Batol ha acogido a nada menos que a tres poderosas facciones: los enanos Martillo Salvaje, que abandonaron su hogar después de que una maldición de los Hierro Negro lo hiciera inhabitable; el Vuelo Rojo, que se vio obligado a luchar por la Horda bajo el yugo de los orcos Faucedraco durante la Segunda Guerra; y, por supuesto, a los propios Faucedraco, que fueron expulsados de Grim Batol cuando el Vuelo Rojo quedó al fin liberado de su cautiverio.
Ahora los Faucedraco permanecen en los límites de las Tierras Altas. No son menos salvajes y difíciles de tratar que cuando gobernaban Grim Batol, pero su conocimiento sobre dragones y sobre el arte de la guerra es de una importancia incuestionable, sobre todo en medio del caos del cataclismo. Los enanos Martillo Salvaje moran en avanzadas forestales entre las montañas de las Tierras Altas. A pesar de que durante mucho tiempo han mantenido amistad con la Alianza, hace muy poco que se han planteado probar suerte con Ventormenta y Forjaz por las súplicas de sus primos, el clan Barbabronce. Incluso el poderoso Vuelo Rojo ha sufrido mucho durante los últimos meses: un Vuelo Negro con renovada agresividad ha diezmado a sus miembros con constantes ataques acometidos desde el petrificado Bosque Obsidiana.
En medio de toda esta conmoción, las Tierras Altas han adquirido un nuevo poder.
Aunque han recibido diferentes nombres a través de su historia, estas tierras han quedado bautizadas como "Crepusculares" debido al dominio de sus dueños actuales. Los fanáticos cultores del Martillo Crepuscular aprecian este nombre, pero la porción de tierra que han elegido para establecer su base de operaciones presenta otras características relevantes: está bordeada por grandiosas cumbres montañosas que rozan el cielo como si de uñas se tratara, y esto hace que la invasión por tierra sea casi imposible; por otro lado, sus playas de cristales negros aseguran que el pánico invada a los asaltantes por mar, pues los barcos que atraquen en la península se arriesgan a encallar.
Para el culto, sin embargo, lo más importante es la promesa de la extinción mundial y el cambio que impregna la tierra. En la oscuridad de las Tierras Altas, las sombras son más profundas. El sol y el resto de Azeroth parecen quedar muy lejos. Los propios elementos son más intensos: el fuego arde con más ardor, la lluvia hiende la tierra a su paso, y las sacudidas y temblores del terreno evocan a algún ser colosal retorciéndose bajo la tierra. Esto no asusta a los miembros del Martillo Crepuscular: los arrulla para dormir.
Su oscuro cometido se realiza de una forma que habría resultado imposible llevar a cabo en Silithus. Los devotos del Martillo Crepuscular se entrenan en las cámaras de poderosas fortalezas y no en pequeñas bases y avanzadas. Invocan a elementales peligrosos y volubles que se detestan mutuamente hasta el punto de declararse una guerra abierta pero que incluso suspenden sus disputas para trabajar por la aniquilación del resto de razas. Fuera de las Tierras Altas, el culto es indócil y está dividido; aquí se guía por su misión de destrucción por parte de algunos de los más crueles y sanguinarios nombres de la historia. Además, los pocos nombres asociados con la cábala quedan lejos del alcance de sus verdaderos líderes.
Estos oscuros conspiradores eligieron las Tierras Altas como base de operaciones por una razón: aquí pueden sentir la presencia de los dioses antiguos y ver su victoria en la oscuridad. El paisaje inestable, las facciones en conflicto y los infames elementos encarnan la visión del culto de lo que el mundo llegará a ser si queda finalmente purgado de vida y orden... y el resto de Azeroth seguirá al Martillo Crepuscular hasta el olvido, de una manera u otra.