Una velada en la Isla Intemporal

5.4 en desarrollo
por Crithto el September 6th a las 4:00pm

El siguiente cuaderno de viaje nos llega por cortesía del mayor Payne, oficial y caballero, quien —según los datos biográficos que él mismo nos ha enviado— es uno de los símbolos de honor y humildad más nobles y queridos de Azeroth. Que lo disfrutéis.

Amanece y algo no marcha bien. Es casi como si el eje de Azeroth se hubiera desplazado un poco de la noche a la mañana, y esta vez no ha tenido nada que ver con el hecho de que le haya dado de porrazos a Oondasta en la cabeza. Siento cierta inquietud, y quien me conoce sabe que no pararé hasta que haya determinado cuál es el problema, haya averiguado un modo de resolverlo y me haya asegurado de que alguien se vuelva a su casa llorando. Os gusta mi estilo, ¿verdad?

Vaya, ¿qué te parece? Acabo de entrar en el Valle de la Primavera Eterna y noto que mi diario hace un frufrú en mi cartera. Parece ser que una persona misteriosa ha garabateado mágicamente una nota que dice “Un destello de bronce” y debo buscar a mi vieja amiga Cromi. Por más que me guste flirtear con gnomas moninas capaces de roerme la cara, opto por evitar una larga conversación y aparcar estas sensaciones incómodas. Cromi me entrega un reloj de bronce curioso que contemplo con interés durante un instante: no creo que pase nada malo si uso sus poderes para ver qué ocurre. Lo sujetaré con una mano y pasaré la otra por encima y…. *FWOOSH*

A ver, según la brújula de mi navaja gnómica y mis cálculos basados en las estrellas que han aparecido de repente allá en lo alto, me encuentro al sudeste del Bosque de Jade, en lo que por lo visto es Desembarco Tushui, en la Isla Intemporal. Mmm, esto no estaba ayer cuando pasé nadando por aquí mientras hacía mis largos diarios alrededor de Pandaria. ¡Me da que aquí me espera un desafío! Y no hace falta decir —aunque lo diré de todos modos— que no puede haber criatura viva en este planeta que no sepa de mi existencia y la gloria de mi presencia. ¡Así que allá voy!

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No llevo ni dos segundos en la Isla cuando noto que un pinzaespina anciano me mira mal. ¡En guardia, mentecato! Me bato en combate con el furibundo crustáceo, que llega a rayar mi preciosa armadura con su aluvión de garras. ¡Inaceptable! Tras un contundente golpe de mi martillo, suelta un alarido y cae redondo. Pero para mi sorpresa y deleite lleva encima un nuevo tipo de moneda que no había visto nunca: ¡monedas intemporales! Y por si eso fuera poco, además ha dejado caer un talismán de buena fortuna inferior. ¡Premio!

No hay tiempo para admirar cosas que no sean tan impresionantes como yo: con gran entusiasmo, me adentro en el bosque, alejándome de la Costa Intemporal en busca de aventuras más estimulantes. Tras dar buena cuenta de reptiles desmembrados, grullas rabiosas y yaks realmente enfurecidos, descubro la Corte Celestial. A su alrededor hay habitantes de Pandaria, vendedores, hozen y… ¡oh, mira, ahí están Chen y Li Li Cerveza de Trueno! Y allí el infame Fo Sho Nudillo Contundente, y el Rey Mono, el Viejo Zarpa Collado y, ostras, ¡incluso Ling de las Seis Pozas! Su afición al queso es legendaria en Corona de Hielo.

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En ese momento me topo con el Maestro Li. Me ofrece la oportunidad de enfrentarme a algunos de mis camaradas campeones en un épico torneo de duelos de mascotas, y acepto encantado. Wrathion, Joyatrón 4000, la maestra tétrica Kiryn… todos ellos sucumben ante mi extraordinario equipo. ¡¿Cómo se te queda el cuerpo?!

A continuación vienen los hijos de los Celestiales, que —si se me permite decirlo— son ciertamente impresionantes. Pero por desgracia, ¡no tanto como yo! Uno a uno van cayendo y yo obtengo unas cuantas monedas celestiales. Resulta que el maestro Li también los tiene como mascotas que puedo adoptar, y puesto que ya les he enseñado quién manda en la arena, elijo a Yu'la, estirpe de Yu’lon. Y es que ¡¿quién no querría un dragón que te sigue allá donde vas?!

Me llega un olor a lúpulo y cebada desde el oeste, pero no resulta muy agradable. De hecho, es más bien como una colonia de mofeta de las Tierras Altas. Me doy la vuelta y me dirijo hacia Viejo Pi’jiu, donde encuentro a varios elementales de cerveza apestosos. Apestosos… ¿quién lo habría dicho? En un periquete les doy para el pelo a estos bichos malolientes para luego llenar un tonel gigante que invoca a Zhu-Gon el Agrio, un pestilente ser aún más grande. Je, ningún problema. ¡BUM! ¡CRASH! ¡PATAPUM! Abajo con él. Y, en la mancha que deja en la hierba… ¡mi propio elemental apestoso como mascota! Tal vez ahora mezcle mi equipo… ¡Para ya, Grisez, que solo bromeaba!

Caramba, toda esta aventura casi me está fatigando. ¡He dicho casi! Y entonces es cuando lo oigo. Balidos. Ruidos patéticos y lamentables que solo se pueden tildar de balidos porque, en fin, ¿acaso los yaungol son otra cosa que un hatajo de borregos? Sobre todo los que hay en torno a las Ruinas del Caminante del Fuego. Justo cuando estoy a punto de cargarme a todo un poblado de estos mestizos pulgosos, me fijo en un cofre realmente grande metido detrás de la pared. ¡PUM! Con todos los yaungol aturdidos, abro rápidamente el cofre y vuelvo para rematar a cada uno. Finalizado el altercado, me doy cuenta de que he conseguido… ¡algún tipo de botín épico! Es solo un objeto, pero la inscripción me dice que puedo crear una pieza de armadura si canalizo su poder. ¡Nuevo calzado para Payne!

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En serio, la cantidad de territorio que recorrer y de criaturas a las que machacar es tan descomunal que ni se puede explicar. Ni siquiera intentaré hablaros de Ordos y de por qué tengo trocitos llameantes suyos clavados en el escudo. Digamos simplemente que he hecho de esta isla mi… ¡ay! Una de las pulgas de los yaungol me ha picado y ahora me escuece. En fin, mis historias suelen hacer que la gente pierda el sentido enseguida, así que terminaré mencionando esto: Espesura Susurro de las Sombras, Paso de las Piedras Rojas, el Senda Llameante, la Caverna de los Espíritus Perdidos, una misteriosa calavera flotante y un mundo fantasmal repleto de cofres. Hay innumerables eventos, encuentros, animales apestosos y suculentas delicias para vuestro disfrute. ¡ASÍ QUE EN MARCHA!